Break Time's Over
Después de casi tres meses de vacaciones involuntarias, hace un par de semanas regrese a trabajar. Fueron tres meses en los que no hice más que tirar hueva y dibujar. Mi día comenzaba cuando las manecillas del reloj apuntaban al doce y por las cortinas entreabiertas de la sala entraba una luz escandalosa. Después me dirigía a la cocina, preparaba una taza de avena con 3/4 de leche descremada, y mientras esto se ablandaba en el microondas, iba al baño a lavarme los dientes y la cara, ya final orinar. Todo el que me conoce sabe que para mi no hay mayor placer que el de orinar first thing in the morning. Lo que prosigue consiste en la enmarañada rutina de hacer todo mal desde la cómoda-incomodidad del sofá frente al televisor. A ese mismo rincón le dedique innumerables horas al día fumando como divorciada y dibujando con una ansiedad indescriptible. En este tiempo también leí diez libros, de comienzo a fin, en ese orden. Ninguno me conmovió tanto como Steppenwolf de Hermann Hesse. Creo que me llegue a identificar con el viejo Steppenwolf. Pero ahora todo habla de cambios radicales. Me cuesta reconocer lo que siempre he creído; que es mas fácil acostumbrar el cuerpo y la mente a la ociosidad, mientras que sucede todo lo contrario cuando el enfoque esta en actividades pro-activas. En mi caso, aún no terminó de adaptarme a los cambios que implica un trabajo de oficina de ocho horas. Me imagino que es un proceso lento, pero sobretodo impredecible. Con el pasar de los días, las continuas ocho onzas de cafeína ingeridas mañana, mediodía y tarde, alivian la pesadumbre de sentirme una hormiga entre las paredes de mi cubículo. También cuentan las llamadas de larga distancia a mi hermana Julieta en Mexico. Free of charge, obviamente. El tiempo y la distancia, irónicamente han reforzado el amor que siento por ella.
Ahora solo es cuestión de horas para volverla a ver.
Ahora solo es cuestión de horas para volverla a ver.

